viernes, 30 de marzo de 2012

LA TRAGEDIA DE PIEDRAHITA (III)

Durante la celebración del baile en las fiestas de San Roque de 1912 en la población zamorana de Piedrahita de Castro se produjo una violenta reyerta entre los mozos de este pueblo y los del cercano municipio de San Cebrián.
Como consecuencia de la disputa un joven de San Cebrián resultó muerto.

Francisco Alfonso se trasladó al lugar del siniestro, tan pronto como comenzaron a circular en la capital los rumores sobre lo sucedido, con el fin de informar de primera mano a los lectores del diario.

Un expresivo relato de lo sucedido y de la crónica negra de Zamora a principios del siglo XX.



***

Inspección externa.

Buena constitución, y nada digno de mencionar en sus cavidades.
En la cabeza, una herida inciso contusa en la eminencia parietal derecha de seis a siete centímetros de longitud, en dirección oblicua al eje antero-posterior del cráneo, convergente hacia delante y divergente hacia atrás, de bordes desiguales, interesando el cuero cabelludo en el que existía un colgajo hacia el interior de la herida.
Tenía una pequeña cicatriz en la fisura del brazo derecho como de sangría.

Apertura del cráneo.

Verificada la apertura del cráneo los médicos se encontraron con un foco de hemorragia que ocupaba el hemisferio cerebral derecho, en la región de su eminencia parietal, ocupando una extensión de diez centímetros de diámetro, congestión en todas las meninges y nada en el encéfalo, o sea en la sustancia cerebral.
En el hueso del cráneo notaron los médicos varias fisuras en forma de estrella y en distintas direcciones.

Apertura del tórax.

Tenía todos los órganos de esta región en completo estado fisiológico lo mismo que el abdomen y el estómago lleno de alimentos.

Conclusiones.

1ª. La herida que recibió Carlos, fue causada con un instrumento contundente de forma alargada como de un palo.
2ª. Según los caracteres de la herida y sitio de su implantación, debió ser producida por la espalda, llevando el instrumento origen de la herida de derecha a izquierda.
3ª. La fuerza impulsora de éste instrumento produjo la fractura y dio lugar al gran foco hemorrágico submeningio.
4ª. La muerte fue originada por la hemorragia cerebral consecutiva al traumatismo, cuya lesión o efectos producidos pueden calificarse de mortales ad-plurimum.
Los médicos mostraban su extrañeza, cómo Carlos pudo sobrevivir un minuto más después de recibir el palo, una y media de la mañana.
Concluida la diligencia de autopsia la familia se incautó del cadáver, el cual recibió cristiana sepultura cuando en el templo se cantaba un responso por el eterno descanso del alma de la víctima.
Seguidamente el sacerdote y las personas que asistieron a los sufragios trasladáronse a la que fue morada de Carlos para dar el pésame a sus padres.

Trabajos últimos.

A las diez, el Juzgado terminó su misión en San Cebrián de Castro, y antes de salir para Piedrahita, el popular alcalde don Baldomero Bobillo Ramos, persona estimadísima en el pueblo por sus relevantes cualidades y ser acérrimo defensor de la administración municipal, obsequió con riquísimo chorizo y excelente vino de su propia cosecha, a todos los expedicionarios, por cuyo motivo, el representante del HERALDO DE ZAMORA le envía las más expresivas gracias por las atenciones de que fue objeto durante su estancia en tan hospitalario pueblo.

Camino de Piedrahita.

A las once el Juzgado de instrucción abandonó la Casa Consistorial de San Cebrián de Castro, y gracias a las manos del cochero de los Pintas, Fausto Carreras, y de los dos briosos caballos que arrastraban el coche ocupado por los expedicionarios, pudimos llegar a Piedrahita.
Con algún trabajo salvamos los cuatro kilómetros que separan los dos pueblos y el juzgado se encaminó a la casa del juez municipal don Dionisio Lozano, haciéndose cargo de las diligencias y tomando declaración a los hermanos Victoriano y Cipriano Blanco Nieto, éste herido de un balazo.
El cronista ignora la declaración de los dos hermanos, pero debió ser importante, en cuanto el señor de la Cuesta extendió el mandamiento de detención y en compañía de Arturo de Dios y Gaudencio González fueron trasladados a Zamora en el tren de las dos y media de la madrugada por el sargento Colino y guardia Moraleja, y a las tres ingresaban en la cárcel los citados sujetos.
El cronista les acompañó hasta las lóbregas celdas de la prisión donde esperarán el fallo de la justicia.
El Juzgado regresó a Zamora a las cinco de la mañana.

Más noticias.

El Juzgado a pesar de ser el día de ayer festivo continúa trabajando para poner en orden todas las actuaciones verificadas en los pueblos de Piedrahita de Castro y San Cebrián en la tarde y noche del día 17.
Hoy según tenemos entendido, se han librado algunos exhortos para que mañana se presenten a declarar varios mozos de Montamarta, Piedrahita de Castro y Torres de Carrizal.

Sr. Alfonso
Heraldo de Zamora, 19/08/1912

jueves, 29 de marzo de 2012

LA TRAGEDIA DE PIEDRAHITA (II)

Los insistentes rumores que durante toda la mañana del sábado 17 de agosto vienen circulando por la capital, según los cuales, en Piedrahita de Castro se han registrado graves incidentes durante la celebración de las fiestas de San Roque, obligan a Francisco Alfonso a trasladarse al lugar del suceso.

Una vez en Piedrahita, confirma los rumores como ciertos. Varios mozos de los pueblos de Piedrahita y de San Cebrian, durante el baile de la noche anterior se enfrentaron en una violenta reyerta que tuvo como consecuencia la muerte desgraciada de un joven de San Cebrián.

Unas veces a pie y otras andando, cubrió los escasos cuatro kilómetros que separan ambas localidades, dirigiéndose al ayuntamiento, donde el juez tramitaba las primeras diligencias del sumario.


***



¿Cómo ocurrió la tragedia?

Son varias las versiones que circulan acerca de cómo ocurrieron los sucesos; los de Piedrahita, afirman que los mozos de San Cebrián de Castro entraron en la primera de las localidades citadas, dirigiendo improperios al bendito San Roque y a los que patrocinaban la fiesta, y esto fue lo suficiente, para que los mozos de Piedrahita y algunos casados repelieran el agravio, viniéndose a las manos, primeramente en el baile y después, a la terminación, cuando las personas de orden se habían retirado a sus domicilios.

Los de San Cebrián, dicen que la provocación dimanó de los de Piedrahita, por el odio que les profesan.
Esto ya se encargará el Juzgado de esclarecerlo.

Fueran unos o los otros, lo cierto es que en el sitio de la Vereda, según dicen, Victoriano Blanco Nieto, blandió un puñal, otros disparaban armas de fuego, y los más, manejaban sendos garrotes.

Los de San Cebrián huyeron al ver que su compañero Carlos Rapado Aguado caía al suelo como si hubiera sido herido por un rayo.
Únicamente quedó a su lado, defendiéndole de las iras de los de Piedrahita, su intimo amigo El Gallego, quien con revólver en mano (eso dicen) logró dispersar al enemigo.

En la refriega, y que se sepa, resultó herido Victoriano Blanco Nieto, siendo curado por el médico titular don Andrés Avelino Robles Doncel de una herida en la región glútea derecha, con orificio de entrada y salida producida con bala y que solo interesaba los tejidos blandos.

El pobre Carlos herido en la cabeza con un palo recobró el conocimiento y por su pie se encaminó a la casa de sus padres en compañía de su entrañable amigo El Gallego, a quien instruía en el camino a fin de que su pobre madre Severina, no se enterara de lo acaecido.

Carlos llegó a su domicilio, procuró la cama y un médico que le quitara la pesadez de cabeza.
Llegó el señor Robles, lo curó, diagnosticando la gravedad de la lesión.
El padre de Carlos presentó la denuncia al Juzgado municipal; éste se personó inmediatamente en el domicilio de José, cuando Carlos había perdido el conocimiento; ya no hablaba, su vida se extinguía por momentos, no pudiéndose saber quién había sido su agresor.

A las once, el afligido padre llamó nuevamente al Juzgado para manifestarle que su hijo, en unos instantes de lucidez, había dicho que su agresor era Cipriano Blanco Nieto, de Piedrahita.
Al juzgado nada dijo Carlos, no podía hablar, por encontrarse en periodo agónico.
A las doce exhaló el último suspiro, rodeado de sus queridos padres y hermanas.

El Juzgado de instrucción.

Cuando el cronista inquiría noticias, cuatro y media de la tarde, llegó el juzgado de instrucción del partido, formado por don Teófilo de la Cuesta, juez; don José Bustamante, escribano; don Manuel Lobato, habilitado; don Pedro Almendral, médico forense; don Geminiano Carrascal, médico; don Félix Prieto, escribiente, y don José Valderrama, alguacil.

Su primera labor fue hacerse cargo de las diligencias instruidas por el juzgado municipal y seguidamente llamó a declarar a los jóvenes Francisco Ramos, Saturnino Toribio, Faustino Aparicio, Pedro Coco y José Ruíz.
Más tarde declaró Arturo de Dios y Gaudencio González.
Tan pronto como el Juzgado comenzó sus tareas, el cronista, montando brioso caballo cedido por el digno alcalde de San Cebrián, se trasladó hasta el punto donde pudo comunicar las primeras noticias a los lectores de HERALDO DE ZAMORA, los únicos que, gracias a la actividad de sus redactores, supieron a las pocas horas lo ocurrido en Piedrahita de Castro.
Después, satisfecho de haber cumplido con mi deber informativo, sin acordarme para nada de las dificultades que tuve que vencer para comunicar con mis compañeros de redacción que aguardaban con avidez noticias, retorne a San Cebrián en mi castaña cabalgadura que marchaba briosa por entre aquellas eras llenas de grandes parvas de grano, como si fuera pregonando a los cuatros vientos que sobre sus lomos llevaba la representación del HERALDO DE ZAMORA, Un Cojo sin muleta, al único periodista español que había tenido la honra, en compañía de J. Puyitas, de visitar la humilde choza de Marianita, la niña de Pova, en su excursión a la vecina República portuguesa.
El juzgado puso fin a su labor en San Cebrián, tomando declaración al padre de la víctima, José Rapado, de profesión zapatero y persona estimadísima en el pueblo, por su acrisolada honradez y laboriosidad, cualidades que también reunía su hijo Carlos.

La autopsia y entierro.

Por encargo del señor juez de instrucción, el cadáver del malogrado Carlos, fue sacado del domicilio de sus padres y cuando la operación se realizaba, desarrollóse tristísima y desgarradora escena en la que tomó parte todo el vecindario, contribuyendo de este modo a hacer más llevaderas las amarguras de aquellos desgraciados padres.
En una caja de madera, pintada de negro, fue transportada la víctima al depósito del cementerio, y colocada en la mesa de disección, le daremos este nombre, los facultativos señores Almendral, Robles y Carrascal, procedieron a la diligencia de autopsia, a presencia del juzgado.

Sr. Alfonso
Heraldo de Zamora, 19/08/1912

miércoles, 28 de marzo de 2012

LA TRAGEDIA DE PIEDRAHITA (I)

El sábado anterior, Francisco Alfonso ante los rumores insistentes durante toda la mañana en la capital, de que en Piedrahita de Castro, habían acaecido graves disturbios durante la celebración de las tradicionales fiestas en honor de San Roque se trasladó inmediatamente al lugar de los hechos para informar a los lectores del Heraldo.

A las cinco de la tarde, y antes de que el diario saliera a la calle, pudo finalmente telegrafiar desde Piedrahita, avanzando que efectivamente, los rumores eran ciertos, y que durante la celebración del baile la noche anterior, los jóvenes de Piedrahita y de San Cebrián, poblaciones que distan entre sí apenas cuatro kilómetros, se enfrentaron en una contienda mortal. Un joven natural de San Cebrián resultaba herido de muerte, al parecer, por los golpes causados por un palo.

Además, según los testigos, durante la riña, se produjeron disparos por arma de fuego y se emplearon también armas blancas.

Poco después de enviada la noticia al periódico, el propio reportero se disponía a desplazarse hasta San Cebrián, con el fin de presenciar la autopsia.
Como el domingo era festivo y el diario no se publicaba, el lunes, en primera plana y a tres columnas, una extensa crónica nos relataba todo lo acaecido, detallando con rigor, paso a paso, el curso de sus indagaciones.





Preliminares.

Desgraciadamente tuvieron confirmación los rumores alarmantes que el periodista recogió en la mañana del sábado referente a los sucesos trágicos ocurridos en las primeras horas de la madrugada del 17 en el inmediato pueblo de Piedrahita de Castro.

El rencor que desde hace algún tiempo existía entre varios de los mozos de referido pueblo y el de San Cebrián de Castro, estalló una vez terminado el baile que se celebraba en la plaza denominada de la Escuela. Allí fue el origen de la reyerta habida en el sitio conocido por la Vereda, donde jugaron importante papel, las armas de fuego, las blancas y los garrotes.

Según informes, disparos cruzáronse más de 16, y hubo quien en su diestra blandía enorme puñal hasta lograr la huida de los 14 o 16 mozos de San Cebrián, que después de cenar abandonaron su pueblo con propósito de divertirse en las renombradas fiestas de San Roque que desde tiempo inmemorial se celebran con extraordinaria solemnidad y animación en el pueblo de Piedrahita de Castro, a cuya localidad se dirigió este cronista tan pronto como tuvo conocimiento de la tragedia desarrollada en las primeras horas de la madrugada.

Llegada a Piedrahita.

Pocos minutos tardó el monstruo de fuego en transportarme a la estación de Piedrahita y menos empleé yo en salvar la distancia que existe desde éste punto al pueblo, en compañía del alguacil de San Cebrián de Castro, que regresaba de la capital después de dejar en poder del juzgado de instrucción el parte dando cuenta de los sucesos qué habían tenido como epílogo la muerte de un robusto joven de veintiún años de edad.

Antes de comenzar la misión que me llevó a Piedrahita, reparé mis fuerzas en el mesón del pueblo, y allí principié la orientación de estas cuartillas.

En referida posada, además de proporcionar albergue, revenden ultramarinos, confituras y vinos, por cuyo motivo, es frecuentada por la juventud.

La noche del 16 y momentos antes de dar comienzo el baile en la plaza de la Escuela, se reunieron en el mesón los mozos de San Cebrián, consumiendo algunos dulces y varias jarras de vino, y allí, según la posadera, que es una mujer alta, bien parecida y mejor puesta de carnes, los jóvenes de San Cebrián tuvieron entre ellos una disputa que no pasó de palabras.
Hasta aquí, muy bien la posadera.

El cronista quiso seguir más adelante en su información sobre los sucesos acaecidos en la madrugada, pero tuvo que desistir a causa del mutismo en que se encerraron los amos del mesón.

Satisfice el importe de la comida, por cierto un poco exagerado, y sin tener en cuenta la temperatura al frito que hacía a las dos y media de la tarde, salí caminando para San Cebrián de Castro, unas veces a pie y otras andando.

Mi paso por las calles de Piedrahita despertaba curiosidad, no sé si por el físico o por que me tomaran por la Justicia; de algunos corros oí decir ese es Un Cojo sin muleta.

Crucé la Vereda y allí pude observar que próximo a unos hornos habían tenido lugar los sucesos que motivaban mi viaje, apreciando divinamente las manchas de sangre del infortunado Carlos Rapado Aguado, o de Victoriano Blanco.

En San Cebrián.

Traspasé los limites del pueblo y llegué a San Cebrián.
Unos jóvenes que sentados en un rincón se refugiaban de los efectos del astro rey encaminaron mis pasos a la casa Consistorial donde se encontraba el Juzgado municipal con la Guardia Civil tramitando las primeras diligencias sumariales, dimanadas de una denunciada dada por José Rapado, padre de Carlos, manifestando que éste había regresado a casa gravemente herido por los mozos de Piedrahita.

Las actuaciones habíanse llevado a cabo con gran éxito por el juez don Emilio Doncel y secretario habilitado don Nicanor Gutiérrez, ayudados eficazmente por el sargento del puesto de Manganeses de la Lampreana don Juan Colino y guardia Marcelino Moralejo.

Estos, cumpliendo órdenes del juzgado municipal, habían llevado a efecto la detención de Arturo de Dios Martín y Gaudencio González Vecino, los cuales se hallaban en el portal del Ayuntamiento esperando la resolución del juez de instrucción.

Sr. Alfonso
Heraldo de Zamora, 19/08/1912

martes, 27 de marzo de 2012

COLISIÓN ENTRE DOS PUEBLOS

El mes de agosto, poco o nada caluroso, a menudo desapacible, transcurría como suele ser habitual en este periodo de estío con ausencia de noticias importantes. La miseria alcanzaba a la mayor parte de la población, según datos que recoge el Heraldo la cifra es aterradora, más de 160.000 españoles embarcaron desde los diferentes puertos españoles rumbo a América durante 1911. De ellos, algo más de cien mil a Argentina.

Sin embargo la clase política, algunos profesionales liberales y pequeños acaudalados industriales pueden disfrutar del veraneo. Los destinos más frecuentes entre estos zamoranos, son las playas de la cornisa cantábrica, San Sebastián, Santander o Gijón, también acuden a las de Galicia, y a los balnearios como Montemayor en Cáceres, Calabor y en especial al de Almeida de Sayago que cuenta con todos los elementos necesarios para los tratamientos medicinales y curativos con amplias habitaciones dotadas de lujo y confort en armonía con las exigencias modernas.

Esta ausencia de noticias da pie para exprimir al máximo la imaginación, de esta manera el diario madrileño La Mañana le causa sorpresa leer un anuncio publicado en Heraldo de Zamora en el que declara necesitar un reportero.

Ya se buscan los periodistas los mismo que las planchadoras buscan sus oficialas y los sastres sus aprendices. ¿Verdad que es absurdo?. Pues es verídico.”

¿Es posible que haya un lugar, por pequeño que sea, por escondido que se encuentre, que carezca de esa nube implacable y demoledora de meritorios que asalta todas las Redacciones?. En Zamora se desconoce.”

Las fiestas patronales de los pueblos se suceden. Hacia la mitad del mes las fiestas organizadas en honor de San Roque, alegran y entretienen a buena parte de vecindario de la provincia. Alcañices, Villafáfila o los barrios de San Frontis y Olivares en la capital son buena prueba de ello.

El sosiego y tranquilidad del verano se ven interrumpidos el sábado 17 de agosto, cuando comienzan a circular rumores confusos acerca de graves incidentes sucedidos en Piedrahita de Castro, municipio enclavado en la comarca zamorana Tierra del Pan y distante de la capital unos treinta kilómetros.

Ante la imposibilidad por parte de la redacción de ofrecer noticias veraces más allá de los rumores, Francisco Alfonso decide trasladarse en tren hasta el lugar de la noticia. Su pormenorizado relato de los hechos es una muestra del reporterismo en un diario de provincias en la primera década del siglo XX.


NOTICIAS GRAVES

¿Colisión entre dos pueblos?


A la una de esta tarde han circulado insistentemente por nuestra capital noticias graves acerca de un suceso ocurrido en Piedrahita de Castro, en el que se hacía jugar también el nombre de un pueblo cercano a éste, el de San Cebrián.
Cuantas gestiones hemos realizado en Zamora han sido inútiles; todos los informes son conjeturas, que no dan base para hacer una información.
Sólo a título de rumor recogemos que entre los mozos de Piedrahita y los de otro pueblo, se dice que los de San Cebrián, por desavenencias antiguas, habían chocado los dos bandos, originándose una reyerta, de la que resultaron, esto se dice, dos heridos graves de arma de fuego y bastantes mozos con heridas de menor importancia.
Esto es cuanto ha circulado por nuestra población, y las noticias, que sin garantías de seguridad podemos ofrecer a nuestros lectores.
En efecto, en Piedrahita ha debido ocurrir algo extraordinario, pues así lo hace pensar la insistencia de las noticias graves circuladas.
Ayer, día de San Roque, celebróse la fiesta en Piedrahita, y nada tendría de particular que odios antiguos y querellas entre vecinos, se dirimieran de modo sangriento y lamentable, cosa que seríamos los primeros en sentir.
Dispuestos a hacer una información exacta de lo que haya ocurrido en Piedrahita, y atentos a servir al interés de los lectores, en el tren de la una y doce minutos ha salido para dicho pueblo nuestro compañero don Francisco Alfonso, quien si las facilidades de comunicación se lo permiten, nos enviará exacta y minuciosa información tan extensa como lo exijan las circunstancias.


(POR TELÉGRAFO)
(De nuestro enviado especial, señor Alfonso.)

La fiesta de San Roque.
Piedrahita 17 (5 tarde.)

Ayer celebraban en este pueblo la tradicional fiesta de San Roque, que se solemniza con extraordinaria animación organizándose bailes por la tarde y noche en la Plaza de la Escuela de Piedrahita.
Transcurrió el día sin que ocurriesen incidentes desagradables.
Desde hace algún tiempo había extraordinaria tirantez entre los mozos de este pueblo y la juventud de San Cebrián de Castro.
A las fiestas de San Roque en Piedrahita acudieron infinidad de jóvenes del pueblo de San Cebrián y hasta el baile de por la noche ninguno de los dos bandos exteriorizó su disgusto.
Ya en la noche y en el baile de la plaza de la Escuela, surgió el choque, viniéndose a las manos los individuos de ambos pueblos.

Carreras y sustos.

En los primeros momentos la confusión fue enorme. Ante lo inesperado de la reyerta cuantas personas presenciaban el baile huyeron de la plaza, quedando en ella los contendientes que se trabaron a palos.
Salieron a relucir muchas armas blancas y también de fuego.

Suenan varios disparos. Los heridos.

En la reyerta resultó herido de un palo en la cabeza el joven Carlos Rapado Aguado, natural de San Cebrián de Castro, de veintiún años, y también Victoriano Blanco, de Piedrahita
También hubo bastantes contusos y otros heridos de menor consideración.

Suspensión de las fiestas.

Ante la gravedad de los sucesos el alcalde ha suspendido las fiestas y en el pueblo reina gran excitación por la actitud de los mozos, que han dado un día de contrariedad al pueblo.

Llegada del Juzgado.

Con una diligencia verdaderamente laudatoria el digno juez de Instrucción señor Cuesta, acompañado del actuario señor Bustamante, del médico forense y alguacil señor Valderrama se personó en esta localidad a las cuatro y treinta de hoy dando comienzo en seguida a sus gestiones.

Muerte de un herido.

A las doce de la mañana de hoy ha fallecido el infeliz Carlos Rapado Aguado, vecino de San Cebrián y que como digo anteriormente, resultó herido en la cabeza con un palo.

Detalles.

Según noticias que me han sido facilitadas en el lugar del suceso la lucha revistió todos los caracteres de una verdadera batalla campal, menudeando los palos y los tiros y jugándose con armas blancas.

Los detenidos.

Hasta la fecha han sido detenidos los jóvenes Arturo de Dios y Gaudencio González, culpándose de la muerte del Carlos a Cipriano Blanco.

Camino de San Cebrián.

Con el fin de ampliar las noticias salgo desde Piedrahita, donde telegrafío para San Cebrián de Castro, donde presenciaré la autopsia del infeliz Carlos Rapado y regresaré, si puedo, esta noche.

Alfonso
Heraldo de Zamora, 17/08/1912

viernes, 23 de marzo de 2012

LA DE SAN AGUSTÍN Y LA DE ASTORGA

La empresa arrendataria de la Plaza de toros de Toro comienza sus gestiones para la organización del cartel de toros de las fiestas de San Agustín con el propósito de contratar al valiente matador madrileño Tomás Alarcón, Mazzantinito, torerazo con mucha vergüenza y no pocas agallas.

Días mas tarde, después de salvar algunas dificultades se confirma la contratación para el día 28 de agosto de Rufino San Vicente, Chiquito de Begoña, que se las entenderá con cinco buenos mozos de la acreditada ganadería de don Ildefonso Calvo, «modesto criador de reses bravas que tiene más escrúpulos en las operaciones de tienta, que algunos caciques de administración de los intereses comunales».
Y el domingo 1 de Septiembre el valiente novillero Frutitos despachará otros cinco burós de bonita lámina pertenecientes a la ganadería de don Tertulino Fernández de Medina de Rioseco. Le acompañará como sobresaliente el elegante Esquerdo, sobrino del célebre doctor, que a fuerza de afición y reaños figura ya entre los primeros de su categoría.

El Ayuntamiento, por su parte, ultimará el programa de festejos, que pretende que sea lo suficientemente sugestivo y atrayente como se merecen los innumerables forasteros que visiten la ciudad de Doña Elvira durante los días de feria, entre los que se espera para hacer las informaciones de los festejos y espectáculos taurinos a Un cojo sin muleta y al anciano Puyitas.

La organización ha trabajado para que la Compañía del ferrocarril rebaje los precios de los billetes y establezca un tren especial el día 28 para que los zamoranos puedan presenciar las faenas de Rufino San Vicente, Chiquito de Begoña.



La de San Agustín.


Dentro de breves días circularán con profusión por toda la provincia los programas de los festivales taurinos organizados en la vecina ciudad de Toro, con motivo de las tradicionales y famosas ferias de San Agustín.
El cartel es conocido y de agrado para los aficionados que conocemos lo mucho que valen si no tienen el santo de espaldas, como vulgarmente se dice, el valiente y arrojado diestro bilbaíno Rufino San Vicente, Chiquito de Begoña y el novillero Frutitos.
El programa para la corrida y novillada no puede ser más sugestivo y atrayente si se tiene en cuenta que el simpático y concienzudo ganadero toresano, don Ildefonso Calvo mandará para Rufino cinco buenos mozos con mucha leña en el testuz y más bravos que jabatos, criados en los fértiles prados de Villaveza.

Para que nada falle y los aficionados dé esta capital puedan presenciar las faenas, que con los cinco brutos astados realice el pundonoroso Chiquito de Begoña, la Compañía de los ferrocarriles de Medina del Campo a Zamora, saliéndose de lo corriente y dando todo género de facilidades, ha establecido un servicio especial de billetes de ida y vuelta a precios económicos y por dos pesetitas cuarenta céntimos, podemos los zamoranos visitar la ciudad de doña Elvira, desde el día 27 del actual al 1° de Septiembre.

Desde Coreses, costará 2,90 en segunda clase y 1,70 en tercera, y desde nuestra capital 3,60 en clase de segunda y 2,40 en la de tercera, es decir en clase ínfima.

Los que deseen ver matar a Rufino San Vicente, los cinco cornúpetos de don Ildefonso Calvo, podrán salir de Zamora en el tren especial de las dos de la tarde para llegar a Toro a las 14:58 y regresar a las 9:37 de la noche.
El domingo 1° de Septiembre circulará el mismo tren con igual marcha.

Dada la baratura de los precios del ferrocarril y lo sugestivo del programa taurino, es de esperar que en referidas fechas Zamora ha de estar representada en Toro por nutrida colonia que ocupará parte de las localidades del coso de la plaza de San Francisco, y asistirá al coliseo de Latorre.
El tiempo confirmará los pronósticos.

La de Astorga.



La Compañía ferroviaria del Oeste también ha publicado la combinación de billetes para la feria de Astorga, y a juzgar por lo que dicen los anuncios, los precios resultan algo elevados y esto ha de restar concurrencia a los simpáticos maragatos que, no reparando en gastos, han escriturado al inteligente y arrojado diestro Chiquito de Begoña, para que con José Morales, Ostioncito, otro muchacho valiente y con reaños, despachen seis magníficos burós de Clairac.

Además, y según consta en el programa, que ha recibido el revistero, por cierto muy bien editado en la casa de don Porfirio López, el día 26 siguiente al de la corrida de toros, habrá su correspondiente fiesta de aviación a cargo del intrépido aviador Lacombe.

La Compañía ferroviaria ha prolongado el plazo de validez de los billetes de la tarifa temporal número 2, desde el 24 del actual hasta el 31 y por lo tanto desde Zamora costara recorrer los 119 kilómetros y el regreso, 19 pesetas 65 céntimos en primera clase, 14,75 en segunda y 9,85 en tercera.

El viaje podrá hacerse por los trenes correos y mixtos y por el especial que el día 25 pasará a las ocho de la mañana por Zamora para llegar a la tierra de las mantecadas a las dos y media de la tarde.

Como Chiquito de Begoña cuenta entre nosotros con muchas simpatías, es de esperar que el contingente de zamoranos supere en mucho al de daños anteriores.

Un Cojo sin muleta.
Heraldo de Zamora, 16/08/1912

jueves, 22 de marzo de 2012

LA MAGDALENA EN MORALEJA DEL VINO 1912

Como en años anteriores, las fiestas patronales en honor de La Magdalena en la localidad de Moraleja del Vino, próxima a la capital, reúne a la redacción de El Heraldo, que se traslada para disfrutar, como es costumbre con sus animados bailes.

El elevado coste de contratar una banda de música es el motivo por el que no era frecuente su presencia en las fiestas de los pueblos, por lo que la música era interpretada por los llamados pianos de manubrio, un pequeño piano que se hacía sonar mecánicamente a través de una manivela.

En la edición del día anterior, los chicos del Heraldo habían acudido a la fiesta en compañía de los dependientes de la Rosa de Oro, emblemático establecimiento dedicado al comercio textil que durante mas de un siglo ha estado situado en la plaza Sagasta.

La tradicional fiesta de Santa María Magdalena comenzó celebrando solemne función religiosa con la asistencia de las autoridades locales y el vecindario, y por la tarde continuó con animadísimo baile de manubrio en la Plaza Mayor, donde las jóvenes de la localidad lucieron sus encantos durante la fiesta hasta las primeras horas de la noche, en la que ésta se trasladó a los salones de la sociedad La Amistad, donde se prolongó hasta las dos de la madrugada.

Según el diario, en la sociedad obrera La Juventud, también se celebró un brillantísimo baile, sin embargo la concurrencia fue menor debido a que la mayoría de los socios se encontraban en plena época de recolección.



LA MAGDALENA EN MORALEJA DEL VINO


Con tanta o mayor concurrencia de forasteros que el día anterior y reinando extraordinaria animación, se celebraron ayer en Moraleja, brillantísimos bailes.
En el de la sociedad titulada La Amistad, el aspecto que presentaba el salón no podía ser mas hermoso: desde los primeros momentos la animación fue extraordinaria y allí se congregó por cierto, ataviadas con elegantes vestidos, un verdadero ramillete de angelicales criaturas, capaces de hacer que se rejuvenezca hasta el anciano J. Puyitas, transportándose a aquellos venturosos días en que pollo aun, figura como revistero de salones en el cuadro de la Redacción.

A la lista de serafines que ayer publicamos adicionen ustedes los nombres de las bellísimas Pepita Mela, Primitiva Castro, Virginia Alonso, Juliana Franco, Paula e lsabelita Petit, Laura Salvador, Argimira Palacios, Carmen Nieto, María Silva, Aurorita y Araceli Rodríguez, Juana González y otras que han de dispensarnos si por olvido omitimos sus nombres.

Del sexo feo, la lista se haría interminable: rindieron culto a la vaporosa diosa del baile, los más apuestos galanes de la simpática villa y pueblos comarcanos, sin que de nuestra capital faltase honrosísima representación.
Tan brillante fiesta terminó a la una de la madrugada, lamentando todos cuantos a ella tuvimos la dicha de asistir, el que la eternidad no fuera con nosotros.

El revistero es acreedor, y gustosísimo cumple el deber de testimoniarlo, a la gratitud para con los amables individuos de la junta directiva de tan culta Sociedad, que con los distinguidos jóvenes don Valeriano y don Gabriel Castro y los señores Mela (Bernardo) y Casaseca (alcalde), le prodigaron todo género de atenciones, que HERALDO DE ZAMORA estima en lo que valen.

En la otra sociedad La Juventud aun cuando fue menor la concurrencia , no por ello decayó la animación ni un sólo instante, sin que faltasen hermosísimas chiquillas, alguna de ellas tan ideal y gentil como Honoria Blanco, que anoche parecía haber aumentado (si es posible) sus encantos.

Terminados los dos bailes, de los que guardaremos eterno recuerdo, volvimos a nuestros lares, gracias al simpático primer teniente mi querido amigo Enrique Nicolás, que previsor, como siempre, tuvo el plausible acuerdo de honrarnos con su presencia proporcionándonos elegante y cómoda cesta, para que J. Puyitas, Salvadorillo García, Gastón (¡el gran Gastón!) Miguel Gómez de las Cortinas y Un Cojo sin muleta, hicieran su entrada triunfal en Zamora cuando daban «las tres de la madrugada en el reloj de la Cárcel». (Conste que la frasecita no es letra de ninguna petenera bien sentía.)

Y hasta el próximo año, si es que vivimos y el cuerpecillo nos pide juerga en esos calurosos días de la Magdalena.

Otro sí, digo: que como es público y notorio en estos reinos de Galarza y Requejo y según añeja costumbre, Casimiro Moreno el dueño de la fonda, no perdona medio de complacer a sus parroquianos y continúa sirviendo con abundancia, prontitud y esmero: la cena de anoche, acredita por sí sola un establecimiento.

Al menos, esa es la opinión unánime de todos los comensales.
Gracias, veterano Casimirín.

Heraldo de Zamora, 24/07/1912

martes, 20 de marzo de 2012

EL VIAJE A POVA : La iglesia parroquial y lo que aconteció en ella.

La excursión protagonizada por los redactores de Heraldo de Zamora, J. Puyitas y Un Cojo sin muleta, a la aldea de Pova, en las proximidades de Miranda de Douro, llega a su fin.
Tras constatar a través de los diferentes corresponsales, que una gran cantidad de gente estaba visitando a Mariana Dos Ramos, una niña pastora que afirmaba haber sido testigo de una aparición de la Virgen y que se afirmaba que el agua de un pozo cercano y la tierra donde la Virgen hizo su aparición,tienen propiedades curativas milagrosas, el Heraldo envía a sus redactores con el fin de que nos relaten minuciosamente lo que allí está sucediendo.
La excursión comenzó un sábado por la tarde, regresando a Zamora, el lunes siguiente, aprovechando que dicho día era festivo, no laborable, ya que se celebraba la fiesta de San Juan.
La crónica del viaje fue publicada por partes, durante varios días, dando testimonio de una sociedad en la que se mezclaban a partes iguales pobreza, supersticiones y analfabetismo.


EL VIAJE A POVA



Dijimos en uno de nuestros últimos números que, a juzgar por el aspecto exterior, la iglesia parroquial del pueblo de Marianita era pobre. En efecto: ni el altar mayor, ni otros dos pequeños retablos (uno que fue pasto de las llamas no ha muchos meses) acreditan de artistas a sus autores, por fortuna para ellos desconocidos.

Como el bondadoso P. Félix, según nos dijo, no está muy sobrado de coronas, no ha podido permitirse el exceso de restaurar el retablo incendiado, hoy cubierto por un enorme cuadro de madera con figuras en relieve, representando los Novísimos.

Bien concebido el asunto, pero rematadamente mal ejecutadas las figuras, en especial las del purgatorio, no falta al cuadrito más que un rótulo que diga «Por respetos al arte, envíeseme al más apartado rincón de la sacristía.» Con todo ello, y cediendo galantemente a instancias que el P. Félix le hiciera, J. Puyitas explicó con gran lujo de detalles a varias meninas, el asunto de tan antiartística obra, digna de más acertada ejecución.

Abandonamos aquel sagrado recinto, para trasladarnos a la plaza del pueblo, donde con gran satisfacción de mis compañeros y de la familia de la Niña Mariana, el amigo Corti nos hizo preciosísimo grupo fotográfico, en el que al lado de Manuel (el papá) y su numerosa prole, los virtuosos PP. Juan Antonio y Félix; lucen sus jacarandosas hechuras Ricardito Pintas (padre), Gerardo, Un cojo sin muleta y J. Puyitas.

Este caprichoso grupo, como otros varios que obtuvimos en nuestra memorable excursión, son joyas de inestimable valor que guardamos cual gratísimo recuerdo.

Con el natural sentimiento nos despedimos de aquellas buenas gentes, no sin hacer protesta formal y solemne de repetir la visita y emprendimos el regreso, realizando un viaje más feliz, si posible fuera, que nuestra marcha a tierras lusitanas.

Y, cumpliendo lo ofrecido, muy en breve publicaremos la «Sección de curaciones» y hasta las coplitas que en idioma portugués escribió un admirador de Marianita, cantándola sus proezas.

Heraldo de Zamora, 04/07/1912

viernes, 16 de marzo de 2012

EL VIAJE A POVA : Sobre nuestra estancia en la casa de Mariana

Un nuevo capítulo de la serie El viaje a Pova. Recordemos que en Pova, una aldea cercana a Miranda de Douro, en la frontera zamorana de España y Portugal una niña pastora afirma que la virgen se le ha aparecido. Como prueba de la aparición y con el fin de difundir sus palabras, el agua de un pozo cercano y la tierra que la Virgen pisó tienen propiedades curativas milagrosas.
Los reporteros de El Heraldo, J. Puyitas y Un Cojo sin muleta viajan hasta la aldea para levantar testimonio y llevar hasta sus lectores lo que allí les acontezca.
Un cuadro pintoresco de la vida cotidiana, a menudo desconocida, de la pobreza de principios del siglo XX, y de las creencias y supersticiones de una sociedad en la que más de la mitad era analfabeta o carecía de estudios formales.




EL VIAJE A POVA


Sobre nuestra estancia en la casa de Mariana


Admirados que fueron los altares donde la Niña ora y se entrega a la meditación, nuestro proveedor de materias alimenticias, Gerardo Inestal, dio la voz de «a almorzar», los excursionistas los reverendos PP. Juan Antonio Espina y Félix, párroco de Pova, presididos por Manuel el papá de Marianita, banqueteamos superiormente entre un verdadero chaparrón de chirigotas, sabrosísimas como todas las suyas, de Ricardo Pintas, padre y J. Puyitas.

Cuando deleitando nuestros delicados paladares con aromático café y el consabido charuto nos disponíamos a hacer los honores a una botella de papás Benedictinos, Un cojo sin muleta hubo de abandonar el comedor, porque la presencia en el patio de la casa, de varios admiradores de Marianita, procedentes de los partidos de Puebla y Benavente, exigían que Paquito oficiase de cicerone, presentándoles a la Niña de Pova, que colocada en el último dintel de la escalera dirigía su compasiva mirada a los enfermos, diciéndoles cariñosamente: «Si tenéis fe, curareis; si no, es en balde que vengáis a mi.»

No es este el momento oportuno de hacer la historia de aquellos enfermos, quedan para la sección de curaciones, que publicaremos en su día; pero si hemos de citar un caso del que fuimos testigos presenciales y tiene su miguita.

J. Puyitas, curiosillo como siempre, hubo de fijar su atención en una arrogante moza, de africanos ojos negros y rostro pálido, que dijo ser vecina de un pueblo inmediato a Carbajales de Alba.

-¿Qué enfermedad padece usted, hija mía?-la interrogó dulcemente y con fraternal cariño el anciano y jubilado revistero de toros.
-Señor, sufro tal inapetencia, es tanto lo que me repugnan los alimentos, que apenas si puedo llevar a mi estómago pequeñas cantidades de alimentos líquidos, y por eso he perdido las fuerzas y el color un día sonrosado de mi cara: ya me ve usted amarilla.
-Pues no dude usted -replicóle Puyitas- que curará, ¡vaya si curará! si usted tiene fe, mucha fe, y la acompaña a alguno que otro platito de los que han formado el menú de nuestro almuerzo: Marianita y Gerardo devolverán a usted la salud perdida.
-En eso confiamos, señor de periodista,- dijo una fornida alistana, cuya expresiva faz denunciaba precioso ejemplar de mamá política, marca extra. Mire usted, yo no se si será el camino que llevamos andado, la ilusión, la fe, o cuatro cuartillos de agua que la niña tomó en el milagroso pozo, donde fuimos en busca de Mariana; pero es lo cierto que desde allí hasta nuestra entrada en Pova, mi chica ha tomado media libra de salchichón que a nuestro paso por Zamora compré en el Bar del Águila Negra, y que por cierto es riquísimo; un buen trozo de lomo casero; tres huevos cocidos y diez amarguillos de La Suiza.
-¿Pero sin vino, la preguntamos?
-Quiá, no señor, contestó la futura y legítima suegra; con media botella de Agustín Blázquez, de casa de Puga.
-Pues entonces, dijo Puyitas, no dude usted de la curación, que la inapetente enferma repita la suerte y engordará, aunque, y esta advertencia no le molesta a Mariana, ni a los comerciantes de comestibles y bebestibles, no estará de más, que consulte con algún facultativo por si la chica pudiera necesitar algo más. ¿No te parece Pintas?
-Indudablemente, contestó Ricardo en tono enfático atusándose coquetonamente su sedosa y bien cuidada patilla izquierda.

Se despiden muy afectuosos los enfermos, no sin antes comprar al papá de Mariana unas docenas de coplas (a cincuenta reis ejemplar) y los excursionistas del HERALDO DE ZAMORA, encaminamos nuestros pasos hacia la iglesia de Pova, donde ocurrió lo que ha de ser objeto de nuestra próxima y lata crónica



Heraldo de Zamora, 02/07/1912

jueves, 15 de marzo de 2012

EL VIAJE A POVA : En casa de Mariana

En Pova, una aldea cercana a Miranda de Douro, en la frontera zamorana de España y Portugal han venido sucediéndose noticias a lo largo de 1912, en las que se afirma que una niña ha sido testigo de una aparición de la Virgen. Como consecuencia, numerosas caravanas de peregrinos atraviesan la provincia desde diferentes lugares con el objeto de encontrar curación milagrosa de sus irremediables males.
El Heraldo de Zamora decide enviar a sus afamados reporteros J. Puyitas y Un Cojo sin muleta a la aldea lusa con el fin de experimentar en sus propios cuerpos los milagros del agua y barro curativos.
Durante varios días, El Heraldo publicará en sus páginas los detalles de tan asombroso viaje, tal y como es costumbre en la actualidad en la prensa escrita con las grandes exclusivas.
Seremos testigos del tortuoso viaje desde la capital hasta Fornillos de Aliste, primera escala del viaje, donde pernoctaran en la casa de la mesonera Marcelina. Al día siguiente se encontrarán con el párroco de Moveros, quien hará las veces de cicerone en la visita a la niña santa.
Ya en Pova, nos presentarán a Mariana, que así se llamaba la niña y nos describirán el bello paisaje donde se encuentra enclavada la pradera de la aparición así como las distintas escenas de este cuadro costumbrista de principios del siglo XX.



EL VIAJE A POVA


En casa de Mariana


El camino que conduce del prado de la aparición a Pova, es una continuada guindalera que rodean corpulentos castaños y multitud de caprichosos arbustos.

Pova, pueblo que apenas cuenta 80 vecinos, tiene unas calles tortuosas, un tanto sucias y tristonas como lo son las de todas las aldeas lusitanas.

En la Plaza Mayor una pobre iglesia parroquial de indefinido estilo arquitectónico y raquítico campanario a línea con la modesta casita donde moran la Niña Santa, sus hermanas Isabel, Albertina, Inés, Camila, Carmelina y hermanos Carloto y Julio, con el simpático Manuel, padre de tan numerosa prole y ermitaño hace seis lustros en la veneranda capilla de Nuestra Señora del Nalso, a la que los católicos lusos profesan gran devoción.

Dan entrada a esta humilde choza de la un día pastora Mariana dos ancianas y carcomidas puertas carreteras, cuyo montante cubren grandes haces de leña. En la planta baja, que la forman estrecho corral y no muy grande establo, domicilio de tres hermosos ejemplares de ganado de cerda, arranca amplia escalera de piedra, que conduce al piso principal y único.

Consta éste, del pasadizo, convertido por nosotros en comedor, oscura cocina y una espaciosa sala donde miserables cuatro camas colocadas a dúo, media docena de viejas sillas con asiento de bayón, una pequeña mesa que oficia de coquetón retablo para un diminuto San Antonio de Padua situado en caprichosas andas (regalo el santito, de Ricardo Pintas, hijo) y frente a la puerta de entrada, entre dos antiartísticas ventanas el altariño donde Marianita ora y canta religiosas letrillas.

Sobre una mesa de pintado y negruzco pino, preciosa muñeca vestida de hermana de San Vicente de Paul, pregona la habilidad de la modista autora del hábito; en la pared dos fotografías de la Virgen del Tránsito y nuestra Señora del Nalso, un retrato de guardiña portugués, infinidad de cromos y un bien surtido muestrario de cintas de colores.

Tan caprichosa colección, hubo de ser aumentada por la filia de Manuel con varios retratos de los matadores Bombita, Cocherito de Bilbao, Gaona y Fuentes obsequio de J. Puyitas. Mariana visiblemente emocionada y contenta, pagó con un muito obrigada la atención de nuestro compañero y con especial cuidado y entusiasmo, colocó los diestros a la diestra del carabinero luso, no sin antes haberlo hecho del precioso anuncio de las corridas de mañana y pasado, caprichosa obra tipográfica de los talleres de HERALDO DE ZAMORA.
Y aquí el cronista hace punto, hasta el próximo número, porque exigencias del ajuste a ello obligan.

Heraldo de Zamora, 28/06/1912

miércoles, 14 de marzo de 2012

EL VIAJE A POVA : En la pradera de la aparición

No ha muchos días que en estas mismas columnas, la castiza pluma de nuestro cultísimo colaborador don José Cimas Leal, describía de forma verdaderamente admirable el poético paisaje donde la Niña Santa, dice tuvo la inefable dicha de que se la apareciera la Inmaculada Concepción.

Pues bien, en el confín de esa hermosa pradera adornada de corpulentos robles, verdes y amarillas florecillas y dos hermosas tierras cercadas de infinidad de guindales, propiedad del padre de Marianita, ésta tuvo la inspiración de señalar el sitio donde hoy brotan en abundancia las salutíferas aguas, al lado de cuyo prodigioso manantial (el líquido conserva siempre el mismo nivel) se emplazó, también por inspiración de Mariana, un pequeño trozo de terreno que la fe de los enfermos cercó con férrea jaula, de una de cuyas moradas barras cuelga el cacito de porcelana con que los fieles extraen el milagroso barro, que arrojado en rústico pilón de granito para mezclarlo con la prodigiosa agua, ha de dar salud al enfermo, cuando le conviene.

Hemos de advertir que una gran herrada pendiente de una cadena metálica (regalo de Ricardo Pintas, padre); sirve para elevar el liquido de la virtud, y que entre el pozo y la jaula, sobre rústico paredón de piedra granítica se eleva una modesta cruz del mismo mineral y en cuyo frente la filia de Manuel, tiene pegado un pequeño cromo de la Purísima Concepción.

Lo poético del valle, el gusto que ha presidido a éstas últimas obras de mano del hombre, y la fe ciega con que en busca de la salud perdida llegan los infelices enfermos a las inmediaciones del pozo, hacen que todo ello provoque a la meditación y el espíritu se traslade a las regiones etéreas.

La emoción es intensa, profunda; la imaginación se contrae, e instintivamente las rodillas se doblan ante aquellos dichosos lugares que, según Marianita, fueron elegidos por la Patrona de las Españas, para demostrar a los incrédulos que, con verdadera fe, el hombre puede hallar remedio a sus males.

Ya nos lo decía el virtuoso párroco , de Moveros, «alguien que no soy yo, debe decir si es ó no milagroso lo que aquí estamos presenciando; pero desde luego hay algo que llama la atención.»

Nuestro primer cuidado fue preparar la hermosa máquina fotográfica del señor Corti, para que tan apreciable artista procediera -y así se hizo- a tomar las más preciosas vistas del paisaje,y las escenas, realmente edificantes, que absortos presenciamos, entre ellas, algunas que reseñaremos en la colección de curaciones.

Ayer tuvimos ocasión de admirar las pruebas del inteligente trabajo del amigo Emilio, y como todos los suyos, resulta notable. Por la galería de Corti desfilará todo Zamora a conocer el precioso álbum de la pradera de la aparición.

Entre los fieles que buscaban curación, recordamos a una respetable señora (ya frisaba en los 50 años de edad) que con indescriptible entusiasmo lavaba con agua y barro un enorme y sanguinolento infarto que sufre en la rodilla derecha, terminando por aplicar la misma medicina a sus ribeteados ojos.

Un ciego de nacimiento, que con febril entusiasmo sumergía su cabeza en el pilón recibiendo fuertes duchas, que con la herrada, regalito de Pintas, le descargaba su compañero.

A Un cojo sin muleta, que absorto contemplaba tan delicadísima operación el paciente le aconsejó que «tenga fe y le imite en el remedio.» Pero desconfiado, como buen cojo y periodista, Paquito estima en lo que vale el ofrecimiento y opta por continuar renqueando.

Otro de los cuadros dignos de especial mención lo es, el de una lusitana que desafiando el fuerte viento que reinaba sumergía también en la pila a una escuálida criatura cuyas tiernas y secas piernecitas mas parecían dos palillos colgados del anémico cuerpecillo.

En fin; cuando vea la luz pública nuestra colección de curaciones, podrán los estimables lectores del HERALDO formarse idea exactísima de cuanto allí vimos; observamos y no concebimos.

Y como el papá de Marianita nos esperaba para conducirnos a su casiña y la hora de almorzar se aproximaba ocupamos de nuevo los asientos de cómoda tartana para dirigirnos a Pova, de donde el pacientísimo lector sabrá mañana lo que ocurrió a los excursionistas.

Heraldo de Zamora, 27/06/1912

martes, 13 de marzo de 2012

EL VIAJE A POVA : En busca de Mariana (II)

Como decíamos ayer, a las siete de la mañana del domingo salimos de Fornillos con dirección al pueblo de Moveros, donde nos esperaba el virtuoso párroco de este pueblo don Juan Antonio Espina, quien nos había de acompañar en nuestra excursión al pueblo de Pova.

Después de tomar un refrigerio que nos brindó la sirvienta del sacerdote y de adquirir los botijos que llenaríamos de agua salutífera en los dominios de Mariana, proseguimos la marcha hacia la frontera portuguesa.

Media hora más tarde transponíamos el límite de España con la vecina República.

Ricardo Pintas, rindiendo pleitesía a los meninos, entonaba el himno de Rouget de L'Isle; y las bravas notas de La Marsellesa, se confundían con los vivas a la República que daba J. Puyitas. No parecía sino que el ambiente había encarnado en nosotros y bajo el azul purísimo de aquel cielo portugués todos nos sentíamos republicanos.

Los caballos trotadores seguían avanzando, y en su carrera atravesaban pantanos y salvaban todos los obstáculos del camino dando tumbos la valenciana tartana que era depósito de nuestras personas maltrechas, que con avidez anhelábamos estar pronto a la vista de la niña Mariana.

Sobre las ocho y media de la mañana divisamos a lo lejos del camino la espadaña de la iglesia del primer pueblo portugués. Teníamos a la vista Costantín.

A la entrada del pueblo los guardiñas nos obligaron a parar el vehículo, después de atento y cortés saludo cumpliendo con su deber nos interrogaron acerca de lo que pudiéramos conducir en el coche que fuese objeto de pago para la Aduana.
Como nada teníamos sujeto al pago del impuesto, así lo declaramos y nos autorizaron para continuar el viaje, no sin que antes nuestra cordial afectuosidad obsequiara a aquellos representantes de la Hacienda portuguesa, con magníficos cigarros puros españoles.

Cruzamos Costantín y a la salida, nuestra diligencia halló al paso a Francisca, una linda portuguesa, madre láctea de algún zamorano, razón por la que era conocida de los excursionistas, la joven lusitana.
J. Puyitas, descendió del carruaje, y cordialmente dio un efusivo apretón de manos a la joven, a la que con la venia de Ricardo, brindó un asiento en el interior de la tartana.

Francisca aceptó gustosa y a la vera de Gerardo Inestal, hizo el viaje al punto donde está enclavado el pozo del agua maravillosa.

J. Puyitas se desvivía por atender a la gentil lusa. Todas nuestras deferencias eran para la joven que nos traía con su presencia una nota de vida al interior del carruaje, en el que casi todo era negrura y desolación.

Cuando más entusiasmados marchábamos, el zagal del carro anuncia al mayoral la presencia de otro pantano más que cruzar.

Hala, hala, y media hora después descendíamos en el frondoso paraje, asiento de las magnificencias de la filia de Manuel.

Nuestra llegada es casi un acontecimiento. Los romeros en seguida se hacen cargo de quienes somos los excursionistas.

Como reguero de pólvora corre la noticia de que somos periodistas.

Allá, lejos de nosotros, cerca del pozo del agua salutífera, se destaca la figura de Mariana. Nuestros ojos al contemplar la candidez de aquélla se deslumbran. Mariana trata de huir y cuando fugitiva abandona el pozo en el que acaso su presencia orante esté transmitiéndole mayores poderes, la voz del sacerdote, nuestro amigo y compañero don Juan Antonio Espina, la detiene.

-Mariana. Ven, y obedéceme.

La niña así lo hace, y el virtuoso sacerdote nos presenta a la filia de Manuel y la autoriza para que abandone aquellos parajes y nos espere en su casa.
En compañía de otras rapaciñas, Marianita toma una caballería menor que había en un prado inmediato y se dirige a Pova.

Y como lo que después pasó daría a esta información descomunales proporciones, por hoy dejamos el relato de lo acaecido en el lugar del pozo, que será objeto del trabajo de mañana.

Heraldo de Zamora, 26/06/1912