martes, 27 de septiembre de 2011

DON EDUARDO BARRÓN GONZÁLEZ

Tras la publicación de la fatal noticia del fallecimiento de Eduardo Barrón, publicada el sábado 25 de noviembre de 1911, al lunes siguiente, El Heraldo publica un sentido obituario en el que repasa su brillante carrera académica y se entristece por la incomprensible indiferencia con que las autoridades y ciudadanos han reaccionado ante la muerte de este zamorano insigne.


ESCULTOR ZAMORANO FALLECIDO


DON EDUARDO BARRÓN GONZÁLEZ


El sábado, con la precipitación que se inspiran todos nuestros actos, en esta labor nerviosa e improvisadora del periódico, dimos cuenta a nuestros lectores del fallecimiento repentino ocurrido en Madrid de un zamorano ilustre, de un artista glorioso que desaparece del mundo cuando aun el arte podía esperar mucho bueno de él. Hablamos de Eduardo Barrón y González.


Ya conocen nuestros lectores la desgracia del llorado paisano, que ajeno a la tremenda suerte que sobre él se cernía, salió de su casa en los últimos días de la semana pasada, en donde le esperaban una esposa amantísima, alegría del hogar y tiernos hijos dulzura y bienandanza del matrimonio, y en la calle de Sevilla, de la Corte, fue auxiliado por diferentes personas ante un ataque mortal, siendo conducido a la Casa de Socorro del distrito, dónde expiró el hombre bueno, el artista ilustre, el zamorano que supo con la vida de sus cinceles continuar la gloria artística de nuestra España tradicional, dando espíritu al mármol, ajeno en un todo a las luchas bajas y ruines de la política. Eduardo Barrón, antes que nada era un artista, y un artista de genio y de corazón.
Nació don Eduardo Barrón González en Moraleja del Vino el día 4 de Abril del 1858, habiendo sido bautizado en la parroquia de Santa María Magdalena del mismo pueblo.
Fueron sus padres Vicente Barrón Emperaile y María de la Concepción González García. En dicho pueblo, y con gran aprovechamiento, adquirió los conocimientos de las primeras letras, dando desde muy niño evidentes muestras de su aplicación y no vulgar inteligencia.
A principio de Mayo de 1875, habiendo llamado la atención de algunos inteligentes de Moraleja no solamente la decidida afición del joven Barrón a la escultura, sino su precoz inteligencia y talento artístico, digámoslo así, en unión con los señores hermanos Avedillo, presentaron algunas de sus producciones en el Casino, y tanto llamaron la atención de los inteligentes, que uno de los admiradores, don Anastasio de la Cuesta, le asignó tres reales diarios. Con este motivo, y mejor dicho recurso, se vino Barrón a Zamora, y en el estudio de don Ramón Álvarez se dedicó con perseverancia a la escultura bajo la dirección del mismo en su casa y en el Instituto donde luego se matriculó, llegando, con su aprovechamiento, a sustituir en ausencias y enfermedades al mismo catedrático.
Sabedora la excelentísima Diputación provincial de las raras dotes del joven Barrón, de sus adelantos y precoz inteligencia, a instancia de éste acordó pensionarle para seguir sus estudios en la Escuela especial de pintura, escultura y grabado, con dos pesetas diarias, habiendo ampliado estas a cuatro en virtud de otro acuerdo y a instancia del joven alumno el 4 de Noviembre de 1879, cuya dotación principió a cobrar el 1º de Octubre.
Vamos a decir ahora algo aunque sea tan a la ligera como lo hemos hecho en los antecedentes que dejamos consignados, de las censuras y triunfos que nuestro aventajado paisano obtuvo en sus estudios, para que se vea con cuanto motivo la Prensa española ha encomiado varias veces las raras dotes del señor Barrón.
Matriculado en este Instituto provincial en 1876 en dibujo lineal por ser necesario para ingresar, y matriculado también en figura aprobó el primero y obtuvo el accésit o segundo premio en esta asignatura, habiendo tenido la honra de recibirle de manos de Su Majestad el Rey.
Habiendo pasado a Madrid el año 77, previo el correspondiente examen de ingreso en la Escuela superior de pintura, escultura y grabado, se matriculó en paisaje, dibujo por lo antiguo, habiendo obtenido las notas de notable en paisaje, sobresaliente en modelado y dibujo por lo antiguo y la de aprobado en antiguo y ropajes.
Matriculado el segundo curso en anatomía pictórica, segundo año de antiguo y ropajes, en dibujo por el natural y modelado por el natural también, alcanzó en anatomía el primer premio, la nota de sobresaliente en segundo año de antiguo y ropaje, igual calificación en el primer año de dibujo por el natural y el tercer premio en el modelado por el natural.
Al siguiente año, o sea tercer curso, se matriculó en antiguo y ropajes, en segundo año de modelado por natural, teoría de las bellas artes y perspectiva, habiendo tenido las siguientes censuras: la de sobresaliente en tercero de antiguo y ropajes y en dibujo por el natural; el segundo premio en modelado; la nota de notable en bellas artes, y la de sobresaliente en perspectiva.
Matriculado en el cuarto y último curso, en segundo de perspectiva, historia de las bellas artes, cuarto de antiguo y ropajes y tercero de modelado y dibujo por el natural, mereció en segundo de perspectiva, en historia, en antiguo ropajes y dibujo por el natural, la calificación de sobresaliente, y en modelado por el natural obtuvo el primer premio.
Aprobadas las indicadas asignaturas, hizo oposición al premio de 500 pesetas que el ministerio de Fomento concede al que mejores y mayores conocimientos reúna en escultura, y tuvo la honra de obtenerlo.

Figuraba entre los creadores de nuestra escultura contemporánea, y en su juventud rompió mas de una lanza contra la servil preceptiva académica que entonces imperaba. Después consagrose a un género reposado, de hondo pensar, escrupuloso y reflexivo al modo de los grandes artistas del Renacimiento. Fruto de esta nueva manifestación de sus talentos, es su grupo Nerón y Séneca, que hoy es admirado en el Museo de Arte Moderno, y que en no lejana Exposición Nacional fue premiado con medalla de oro y con cuya reproducción engalanamos éste número, como recuerdo del malogrado artista. Durante su estancia en Roma sus cinceles esculpieron obras maestras, entre las cuales descuella la famosa estatua de Viriato, que se halla en la plaza de Cánovas (antes Hospital), de nuestra ciudad y cuya exhibición en Roma constituyó un acontecimiento, así como el monumental relieve Martirio de Santa Eulalia.
A poco de su regreso de Roma fue nombrado conservador de la Galería de Escultura del Museo del Prado, difícil puesto en que ha prestado valiosos servicios al Arte. A él se deben importantes trabajos de investigación y organización en dicha Galería; él es el autor del único catálogo que de ella existe, y actualmente trabajaba con entusiasmo en la organización de una sala consagrada a la escultura religiosa española, habiendo logrado ya reunir importantes ejemplares de la misma.
Aparte de estos otros trabajos relacionados con el puesto oficial que desempeñaba, la muerte le ha sorprendido trabajando en uno de los más importantes grupos escultóricos que han de figurar en el monumento que a don Alfonso XII se erige en el Parque del Retiro, de Madrid, grupo que parece no tener muy buena suerte, por ser el que se encargó a Querol, y después a Folgueras, también fallecidos.
Nosotros, que nos honrábamos con la amistad del ilustre paisano, al terminar estas líneas de justo tributo a la memoria del que fue excelente artista, reiteramos el más sentido pésame a su familia dolorida, al tiempo que excitamos al pueblo de Zamora para que perpetúe de alguna manera el honor de haber sido la cuna de este grande hombre, que allí donde estuvo, represéntó la modestia y el talento encarnados en la genial facilidad de animar lo que sus cinceles trabajaron. Porque es triste decirlo, en el entierro de este zamorano ilustre, el pueblo que le viera nacer no tuvo representación alguna, y no debe olvidarse que quién honra a sus hijos cumple con la más sagrada de las misiones que la paternidad impone.
De otra suerte, doloroso resultará consignarlo, pero es lo cierto nuestra indiferencia justifica el desvío de las personas que con sus méritos conquistaron en el Arte o en la Ciencia lugar preferente y tuvieron la desgracia de abrir los ojos a la luz en este rincón castellano, que siempre fue hidalgo y no puede menos de serlo en esta ocasión.

(Heraldo de Zamora, 27/11/1911)

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