martes, 20 de septiembre de 2011

EL CLERO CARLISTA

En noviembre de 1897, vuelve a estallar una nueva polémica a las páginas de El Heraldo de Zamora en su enfrentamiento ideológico frente a El Correo de Zamora. En esta ocasión el pretexto es un artículo publicado en El Heraldo haciéndose eco de un rumor de El Heraldo de Madrid, según el cual el nuncio de su Santidad en Madrid, habría recibido instrucciones para que tanto el clero como los fieles se esforzasen en sostener la dinastía vigente.

El Heraldo de Zamora cree que en nuestra ciudad es una tarea difícil, ya que el clero, o una parte de importante de él, es muy afín a la causa carlista, y muy a pesar de la labor liberal del Obispo, que vería con mejores ojos, una biblioteca llena de sacerdotes y no un casino, en referencia al Casino de la calle San Andrés, donde se reunen carlistas y presbíteros no sólo para conspirar, sino también para dirigir la línea editorial del diario carlista, tradicionalista y católico con censura eclesiástica.
El Correo de Zamora responde a dichos ataques y se desata en insultos e improperios indignos de un periódico católico, afirmando que El Heraldo adquirió ejemplares del semanario satírico, republicano y anticlerical El Motín, para evitar su difusión, ya que en ellos se criticaba con dureza al director de El Heraldo.
El Heraldo niega estos hechos, si bien da como cierto, que dicho semanario comparte con El Correo de Zamora colaboradores. Además da los nombres de los sacerdotes habituales del casino del circulo carlista, Gregorio Rodríguez Téllez, Diego Luis, Melchor Zarataín, entre otros, habituales colaboradores de El Correo de Zamora.
Además insiste en la separación Iglesia-Estado, y que los sacerdotes se deben preocupar de los asuntos de cátedra y confesionario, y no de batallar políticamente en ningún bando, y mucho menos injuriar, provocar e insultar al director de El Heraldo.
Los aludidos haciendo uso de su derecho de réplica según recoge la Ley de Imprenta, envían una carta dirigida al Director de El Heraldo para su publicación ocupando la misma relevancia dada al artículo donde se les mencionaba, en dicha carta, protestan enérgicamente por las imputaciones injustas realizadas contra su decoro y dignidad sacerdotal impropias de católicos y de caballeros.
El Heraldo responde en la misma página que en dicho artículo no hay calumnia alguna, que los hechos son incontestables y públicos, son socios del Circulo carlista y asisten frecuentemente al Circulo de la calle de San Andrés, colaboran habitualmente con su firma en El Correo de Zamora, y además cobran de los presupuestos generales, y decir lo contrario es un ejercicio de cinismo. En cuanto a su dignidad sacerdotal, si verdaderamente les preocupara, deberían huir del sectarismo y no injuriar, como lo hicieron, contra el director de El Heraldo al que acusan de vivir de honrada profesión e industria (en alusión al colegio privado Santo Tomas de Aquino que también dirige el director de El Heraldo D. Antonio Jimeno Caridad).
Finalmente da por zanjado el asunto.
Sin embargo, El Correo de Zamora da la réplica, por lo que el Heraldo entiende indispensable contestarla. Insiste en que un colaborador de El Correo es el mismo que escribe en El Motín, que el propio autor así lo afirmó ante varias personas respetables. Que el artículo Laureles Carlistas, publicado en El Heraldo, no está copiado de otro de El Motín, aunque ciertamente coinciden en el fondo de la cuestión, los horrores y crímenes carlistas relatados por el historiador Antonio Pirala. Y niega que El Heraldo tenga nada que ver con el supuesta compra de ejemplares de El Motín para evitar su difusión, fue una persona ajena a la redacción quien se hizo con los ejemplares, y nada sabe El Heraldo sobre si dichos ejemplares se compraron o no, ni que interés tenía dicha persona en evitar su difusión.
Y para terminar, vuelve a mostrarse sorprendido por los chistes e indecencias publicadas por El Correo, mas propias de El Motín que de un periódico católico con censura eclesiástica, y promete una guerra constante, tenaz e implacable en defensa del progreso y las conquistas de la política moderna, una guerra franca, noble y generosa, sin las pasiones ruines y cenagosas de los carlistas.

Lo más sorprendente, es el colofón, la carta que el 24 de noviembre de 1897 remite al Correo de Zamora un aludido, y que publica el Heraldo, por las alusiones realizadas por El Correo para esclarecer los hechos sobre la compra de ejemplares de El Motín.
En ella, el aludido, dice ser cierto todo lo relatado por El Heraldo, que él recogió dichos números de El Motín, que le fueron ofrecidos días antes de que llegaran a Zamora, que recogió no sólo los números destinados a la venta, sino también otro paquete con mayor número. Que lo hizo desinteresadamente y por la amistad que le une con el director de El Heraldo, que él no es redactor de dicho periódico y que lo único que le une es que en su establecimiento es dónde se imprime El Heraldo, como antes y durante varios años se imprimió La Cartilla Eclesiástica. Firmado ENRIQUE CALAMITA.
Sin comentarios.

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