miércoles, 21 de diciembre de 2011

ENTRE CABALLEROS

Como contestación a la réplica publicada en El Correo de Zamora el 22 de septiembre, Francisco Alfonso, nuevo director del Heraldo de Zamora, publica una carta abierta dirigida a Constancio Arias, director de El Correo. En ella vuelve a insistir en los aspectos que particularmente le han molestado de la publicación de la noticia el pasado día 20 por parte de El Correo, en la que informaba a sus lectores del nombramiento.

Acusa al director de El Correo de ocultar el propósito deliberado de ofender, no sólo a Francisco Alfonso, sino también a otras personas, en clara alusión al propietario Enrique Calamita.
Revela que varias personas afines a la redacción de El Correo, le han expresado su apoyo por el ataque y le han animado a defenderse con valentía en los términos en los que ya lo ha hecho.
En la réplica, Constancio Arias manifiesta que no contestará a los ataques proferidos en el artículo firmado por Francisco Alfonso por una cuestión de caballerosidad, a lo que Francisco Alfonso responde con unos versos elegidos del Vals del Caballero de Gracia de la zarzuela “La Gran Vía”.

Constancio Arias debe mencionar en su replica la necesidad de alguna reparación por el tono adusto del artículo, sugiriendo la posibilidad de entablar acciones judiciales, finalmente se despide irónicamente agradeciéndole la publicidad de su nombramiento, y firmando con su diminutivo, Paco.



ENTRE CABALLEROS

CARTA ABIERTA

Para Constancio Arias.

Tan sólo por puntualizar extremos que no quiero pasar desapercibidos, de la contestación que ayer me das en tu periódico, a la vez que vuelves a insertar la noticia origen de este incidente, es por lo que hoy tomo la pluma. Verás: Exacto rigurosamente es que yo sea director del Heraldo y por ello, que se lo cuentes tú a tus lectores o que se lo dejes de contar, yo no tengo por qué darme por molestado si la noticia no encerrase la intención santa que supone el empleo de cursiva en la palabra oficialmente: Además, te metes a decir que si recojo información o no de la calle. ¿Y a ti que te importa esto, qué daños te he causado con que yo desempeñe mi cometido con la amplitud y en la forma que estime conveniente?. Luego, la noticia es completamente fiambre, producto de una gestación sietemesina y que creo que a tus lectores no les importará quién sea el director del HERALDO, ni tampoco a ti que nos citabas hasta anteayer sin nombrarnos, diciendo el otro periódico local.

La felicitación con que terminas es otro insulto dirigido a mi, porque el grado de nuestras relaciones, no alcanza a la cordialidad que pretendes demostrar. Esto está bien claro.
En una palabra, si te estimas caballero y no faltas al octavo mandamiento, tienes que reconocer que la noticia la hiciste con el propósito deliberado de ofenderme. ¿Y quien sabe si en tu intención non sancta pretendías causar molestias a otras personas?
A nosotros, al HERALDO, que tú entres, que salgas, que te muevas, que recojas información o que te dediques a formar un requeté con la juventud carlista, etc., etc., todo, fíjate bien, todo nos sale por un comino. Y tratándose de ti, puedes asegurar que jamás te perturbaremos la tranquilidad hasta tanto que con tus cosas, ¡que las tienes!, no vuelvas, embozadamente a ultrajarnos, porque en este caso, sin contemplaciones responderemos a tus ataques como ellos merecen.

Respecto a lo de las justas censuras de la opinión sensata, que dices ha motivado mi artículo de anteayer, voy a contestarte, que ese es un tópico, con el que no se consuela el que no quiere. Yo me alegro de que a ti te deje satisfecho.
Personas sensatas, yo supongo que tú no negarás que lo son muchas de las que visitan el Circulo Tradicionalista y la redacción de ese periódico. Pues bien, varias de estas se han acercado a mí reconociendo lo inoportuno de tu ataque y a la vez aplaudían que yo reobrase en justa reciprocidad frente a tus insidias. Da suerte, que ya ves, los dos tenemos el remedio de nuestros males.

En cuanto a que no me contestas porque eso sería descender a un terreno, al que no puede acudir un caballero...de tu alcurnia y tu linaje, yo lo celebro. No desciendas de tu pedestal. Ahí quietecito. Yo, caballero también, fiel observador de las leyes de la caballería, estoy dispuesto a repetirte aquello de:

Caballero de gracia me llaman, y efectivamente que es así...
(Música de La Gran Vía.)
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Y para terminar, vamos a lo de la reparación. Efectivamente, pienso como tú; ambos a dos necesitamos que nos reparen. Por lo menos el sueldo, ya que otras cosas son irreparables, desgraciadamente.
Porque la amenaza de los Tribunales, yo sé de sobra que la haces por puro humorismo. Los únicos que salen perdiendo jugando tú y yo a eso de las querellas, son los escribanos y procuradores. Ya me entiendes.
Y con esto no canso más la atención de mis lectores. Termino expresándote la gratitud por el programa que me haces de director, aunque la noticia carece por completo de originalidad y de buena fe.
Si te parece oportuno, puedes seguir publicándola, y por ello te vivirá reconocido tu compañero,

Paco.

Heraldo de Zamora, 23/09/1911

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