viernes, 2 de diciembre de 2011

¡A LOS TOROS, A LOS TOROS!

Tras numerosos intentos por organizar una corrida con la que festejar la feria de San Agustín en Toro, la comisión organizadora por fin consigue alcanzar un acuerdo con Pacomio Peribañez para que el domingo de Baratillo se las entienda con seis reses de la ganadería del Marques de Villagodio.
La noticia despierta enorme interés entre la afición zamorana, ya que aun se recuerda la tarde en la que junto al inolvidable Antonio Andrés, Trueno, exhibieron escuela de puro y clásico toreo y derrocharon valentía.

El 2 de setiembre de 1911, J. Puyitas, en un artículo titulado ¡A los Toros, a los Toros!, desde las páginas de El Heraldo anuncia que la trinidad zamorana taurina formada por Narciso González, Un cojo sin muleta y él mismo, según tradicional costumbre, se trasladarán al día siguiente a Toro, con el fin de remitir extensa información acerca de las fiestas toresanas.


¡A LOS TOROS, A LOS TOROS!


Ese pícaro defectillo característico de las razas requejo macuso-galareista, de acudir siempre tarde en demanda de aquello que puede ser beneficioso a los intereses generales, ha sido la causa de que la compañía ferroviaria M.Z.O.V. Se haya visto privada de podernos complacer haciendo que mañana circulase un tren especial entre esta capital y Toro, para que a la afición le fuera permitido trasladarse cómoda y económicamente a la patria chica de Diez Macuso y después de los obligados y siempre suculentos banquetes en los cafés de París y Español, disponerse, bota en mano, a aplaudir las alegrías, filigranas, y arrestos temerarios del gran diestro pinciano Pacomio Peribañez, para despedirse admirando y chicoleteando a las bellas y esculturales niñas toresanas.
No ha podido ser, y ¡Vive Dios! que lo lamento: no solo por la empresa taurina, sino en especial por esta personilla, pues no habiendo tren especial, me veré privado de llevar a mi vera a una especial chalequerita, que tiene que rematar un negro en la sastrería donde la niña trabaja y que con bombo y platillos se anuncia como casa especial en chalecos, y lo es, ¡vaya si lo es!.
Nada, que me ha partido por la mismísima columna vertebral la dichosa compañía M.Z.O.V.
Dejar, mejor dicho, obligar a uno a prescindir de una hermosa chalequera, para sustituirla por El cojo sin muleta, es tener mala pata.
Y, conste que no reniego de mi compañero de viaje: el saladísimo revistero taurino goza merecidamente de mis simpatías y la afición no le niega las suyas; es un excelente muchacho; pero si se le compara con la autora por participación directa de un chaleco bien confeccionado, es evidente, El cojo sin muleta lleva las de perder.
En fin, habrá que resignarse y aceptar al saladísimo Cojo, que con mi sabroso y entrañable amigo don Narciso González, nuestro perpetuo compañero en estas excursiones, completarán la trinidad zamorano taurina, que según tradicional costumbre ha de remitir a la Redacción del Heraldo de Zamora, extensa información de las fiestas con que para mañana nos brinda el pueblo toresano.
Si alguno de ustedes nos dispensa el honor de acompañarnos, puede preparar la maleta y el parné, sobre todo esto último; salimos en el tren (no especial) de las seis y cuarenta y cinco, El cojo sin muleta, don Narciso y

J. Puyitas

P.S. Si alguno de mis amables lectores se siente taurófilo y decide ir a la corrida de mañana en el servicio especial de carruajes de los hermanos Pepe y Tomas Pintas, puede pedir las localidades al motivo Lesmes Lorenzo, dueño del café de París, hospedaje especial para los aficionados a la fiesta nacional, y casa, también especial, en complacer a la colonia zamorana.

Heraldo de Zamora, 02/09/1911

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