jueves, 13 de octubre de 2011

EFECTIVAMENTE NO ERAN TODOS SACRISTANES HABIA TAMBIEN ACÓLITOS Y MONAGOS.

Una de las controversias más exacerbadas entre El Heraldo de Zamora y El Correo de Zamora que desemboca en una disputa privada, entre los dos directores, Enrique Calamita y Constancio Arias se produce en marzo de 1910.

El Heraldo acababa de publicar un noticia del corresponsal en la que informaba del completo fracaso de los mítines realizados en varias ciudades contra el laicismo en las escuelas. La noticia, en sí, no hubiera supuesto mayor importancia que la propia de reseñar el debate sempiterno, entre quienes creen en una educación aconfesional, independiente de las confesiones religiosas, y quienes piensan que los valores que aporta la religión son universales. Sin embargo, la noticia provocaría un enfurecido enfrentamiento entre ambas cabeceras, y más aun, una agresión de Enrique Calamita al director de El Correo, y la interposición de una denuncia por injurias por parte de este último.

La noticia en cuestión fue publicada el 7 de marzo, y dos días mas tarde la polémica estaba servida, cuando El Heraldo publica respuesta a un artículo firmado por A.F.C., en la que pone en entredicho la noticia.

                                     EFECTIVAMENTE
No eran todos sacristanes, había también acólitos y monagos.

Un chupacáscaras (que por lo visto ha saboreado la nuestra), y que sin duda pretende obtener algo, haciendo méritos en el periódico carlista local, nos provoca insulsa y groseramente, permitiéndose ayer poner en duda la veracidad de nuestra información telegráfica, y a la vez, nos llama sectarios y satélites anticlericales, porque en un despacho de nuestro corresponsal, perteneciente al día anterior, decíamos que el mitin antilaicísta de Astorga había sido un fracaso completo al que concurrieron solamente sacristanes, curas y monjas.
Primero, nos ratificamos en lo dicho; y hoy mismo hemos remitido bajo sobre dirigido al señor director de El Correo de Zamora, el despacho original de nuestro corresponsal, a fin de ese A. F. C., autor de la provocación, pueda enterarse de que nos quedamos cortos al interpretar el referido telegrama.
Y ahora, vamos a contestar al redactor de ocasión, respecto a lo de la cáscara amarga.
El Supremo Hacedor con su sabiduría infinita, es quien ha dispuesto que en la tierra exista todo cuanto conocemos, incluso las cáscaras; unas dulces, otras amargas y obras insaboras e insípidas, como por ejemplo, la del ALCORNOQUE.
¡Y esta especie sí que abunda desgraciadamente en el país!
Estamos, pues, satisfechos de que se nos incluya en la familia de los febrífugos.

(Heraldo de Zamora, 09/03/1910)

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