lunes, 10 de octubre de 2011

LA NOVILLADA DE AYER

La novillada benéfica organizada por la Asociación de empleados del ferrocarril en el día de la Ascensión, no ofreció los resultados apetecidos. Aunque el novillero Pedro Pavesio, Formalito no estuvo acertado, no le faltó voluntad de agradar, aunque la afición estuvo excesivamente rigurosa en su juicio, y por este motivo Un cojo sin muleta, aprecia cierta injusticia ya que la aficion se mostró mucho mas condescendiente en la feria de San Pedro de 1910 con la faena de Machaquito.
El servicio de banderillas, incluso los pares de lujo, fueron confeccionados con singular gusto por el factor de la estación y entusiasta aficionado Ramón González, y las señoritas que presidian el festival obsequiaron al valiente novillero Formalito con una preciosa boquilla de ámbar y espuma.
Corrió la llave, un personaje muy popular en aquellos años, el salmantino Chicarro, que años mas tarde sería asesor de la plaza de toros de Salamanca y que llegó a fundar una escuela taurina.



LA NOVILLADA DE AYER

Si no fueran las atenciones y respetos que merecen los lectores de HERALDO DE ZAMORA y los deberes de información, el revistero no se ocuparía para nada del espectáculo celebrado ayer en nuestro circo taurino, porque seguramente perdura en todo buen aficionado y de un centenar de chiquillos la mala labor de Formalito, que mostró deseos de agradar y tuvo el santo de espaldas, y las magistrales faenas realizadas el día de San Pedro del año anterior por el gran califa cordobés.
Para este, que percibió seis mil pesetas por tirar carne al ruedo, hubo indulgencia; para Formalito y su gente, modestos novilleros, protestas, insultos y vejámenes. iOh la ley de las compensaciones!
Sirvan, pues, de aclaración estas cuatro lineas a lo que mas abajo diré.
Presidió el cuarto teniente alcalde señor Fernández Pascual, y a su derecha tenía escoltando la bandera de la Asociación y formando un verdadero capullo de rosas a las simpáticas señoritas Salud Salazar, Bernarda Domínguez, María de Castro Galar y María Moreno, luciendo preciosos pañolones de Manila.
Llegada la hora y con entrada mediana, ya que se trataba de un fin benéfico la gente de coleta hizo el paseo siguiendo al popular Chicarro, que montaba preciosa jaca torda, propiedad del vecino de Madridanos don Francisco Hidalgo.
El pueblo soberano batió palmas, y comenzó la fiesta.
Corriéronse cuatro bonitos novillos de la ganadería del señor Clairac, que resultaron regulares, especialmente los lidiados tercero y cuarto lugar, los cuales demostraron nobleza y bravura.
Los cuatro toretes, por la carencia de pastos, hallábanse bastante escurridos de carne y tenías mas pies que un corzo, cualidad que hacia imposible la lidia.
Inciertos, corretones y faltos de morrillo para pinchar, encontró Formalito a los cuatro burós, pero no obstante estas malas condiciones, tuvo momentos de manejar con soltura la muleta y señalar buenos pinchazos.
Las estocadas que arreó lo fueron en su mayoría atravesadas y caídas, a causa del poco morrillo que tenían los toretes para meter el estoque en su sitio.
Al segundo lo mandó al desolladero de una regular estocada, viéndose obligado a recorrer el ruedo, correspondiendo a los aplausos que la tributaba el público.
En el tercero trató de poner un par de lujo, y hubiera sido de los que se aplauden frenéticamente, si Formalito no aguanta tanto ni consiente que el toro le ganase su terreno, por cuyo motivo fue atropellado y volteado.
Después colocó medio par, levantando muy bien los brazos.
Con la capa hizo muy poco, pues solamente al Fresquito le vimos dar unos cuantos mantazos con arte.
En consecuencia, Formalito demostró ayer grandes deseos de agradar; pero su sino no le permitía lucirse, estando desafortunado en el momento de hundir el estoque, y cogido cuantas veces se tiró a matar.
No obstante los palizones que le pegaron los toretes, Formalito no retrocedió, y siempre estuvo a dos cuartas de los pitones.
Bregando, Fresquito, y con las banderillas, el mismo.
Resumen: La novillada no resultó, ni con mucho, lo que se propusieron sus organizadores; pero entiendo que el público estuvo exagerado en sus manifestaciones contra el diestro Formalito, pues insisto en que hizo cuanto pudo por complacer a la afición zamorana y culpa del chico no fue, la falta de condiciones que para la lidia reunía el ganado; el señor Clairac demostró ser poco escrupuloso, pues dado el precio a que cobró las reses de su vacada debió mandar a nuestro circo taurino algo que respondiese al crédito de que alardea la divisa verde y blanca.
Y, como el respetable no estaba para floreos, pagó culpas ajenas el simpático peón de brega Fresquito, para quien hubo menos, pero muchos menos aplausos de los que merecía su concienzudo trabajo.
Veremos si llega el desquite en la corrida del 29 de Junio.

Un cojo sin muleta
(Heraldo de Zamora, 26/05/1911)

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