martes, 11 de octubre de 2011

EL CRIMEN DE LA CALLE ARENA

El primero de junio de 1910, María Antonia Sagrado y su marido Felipe Burón (a) Chichas, de profesión zapatero, y ambos vecinos de Zamora, abandonaban el juzgado de instrucción donde habían comparecido para continuar con las diligencias de la denuncia formulada contra José García Pérez, más conocido por Bolón, Paisa o Canalón, pues respondía a los tres apodos, por intento de agresión y amenazas a la esposa de Felipe.
Una vez finalizadas las diligencias, el esposo se despidió de su mujer y se dirigió al portal donde trabajaba. María Antonia Sagrado, por su parte, se dispuso a regresar a su domicilio en la calle Arena. José, debía de conocer de antemano el recorrido y la esperó en la calle Balborraz, y al verla marchar por la calle Caldereros, salió a su encuentro y con una navaja de las llamadas de Albacete, agredió en diferentes ocasiones, causándoles heridas graves, por las que manaba abundante sangre.
María Antonia fue auxiliada por varios hombres y trasladada al Hospital de la Encarnación, donde le practicaron en un primer lugar curas de urgencias, apreciando la gravedad de las heridas fue intervenida quirúrgicamente, observando que el pulmón derecho estaba destrozado por las heridas del arma. Tal era el estado de gravedad que dispusieron que un sacerdote le aplicara la Extremaunción.
A pesar de las heridas, la víctima pudo prestar declaración al juez, que a tal fin, se había personado en el hospital. Finalmente, fallecía de madrugada.
María tenía unos treinta años y dos criaturas de corta edad.
José García, después de acometer la agresión huyó hacia la plaza de Santa Lucía donde fue detenido por una agente municipal y conducido a la inspección de vigilancia, donde fue interrogado. A continuación ingreso en prisión y fue puesto a disposición judicial.
Declarado el secreto del sumario, se desconoce la declaración del presunto agresor. José García era un hombre de escasa vista, que se encontraba la mayor parte del tiempo sin colocación y con la ayuda que le prestaba la familia y algunas personas caritativas iba el hombre viviendo, si bien pasando muchas calamidades y fatigas. A su regreso de Santander y Bilbao adonde había emigrado en busca de mejor vida, se alojó en la casa de su amigo Felipe Burón. Al parecer José habría sido despechado por su víctima, y esto debió de exacerbar su ira, prometiendo vengarse.
La navaja con la que se perpetró el crimen, la arrojo a una cloaca en la calle de las Arcas, donde fue encontrada por unos muchachos con la punta doblada y manchada de barro.
José García, no tenía ninguna instrucción, carecía de domicilio y se encontraba sumido en la mayor miseria.

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